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  • Foto del escritorJosé Carlos Vásquez Silva, @jcvasquezs

Transformación Digital en la Escuela Pública

En 2020, ante la necesidad de desplegar la educación remota, muchos docentes empezaron a utilizar servicios y aplicaciones digitales con fines educativos, y quienes ya lo hacían, reforzaron esta práctica de manera significativa. Por poner un ejemplo, el servicio de mensajería WhatsApp, fue uno de los más utilizados, al punto que ahora se pueden encontrar en YouTube, tutoriales sobre cómo hacer clases o evaluar aprendizajes con esta aplicación. La necesidad obliga a echar mano de lo que esté al alcance y las soluciones creativas afloran. La elaboración de contenidos digitales por parte de los docentes también dio un salto tremendo, una búsqueda en YouTube de clases de matemática para el cuarto grado de primaria dará como resultado cientos de clases en video producidas por los profesores desde sus casas, las que se convirtieron en estudios de producción audiovisual. También se produjeron muchas fichas de trabajo, imágenes, audios y presentaciones que los docentes hicieron llegar a sus estudiantes, a través de las redes sociales y el chat.


No es la realidad de todos. Más de la mitad de los niños en el país no cuentan con una laptop en casa para estudiar y cuando hay un teléfono inteligente, lo más común es que sea de uso compartido entre varios miembros de la familia. La cobertura de internet es insuficiente o nula en muchos lugares. Incluso en las zonas urbanas y en las ciudades, para muchos, el único lugar donde pueden (…o podían) acceder a un computador era la escuela. Los profesores tienen que lidiar con condiciones muy diversas y generalmente de escasez, respecto a la disponibilidad de tecnología por parte de los estudiantes. En estos escenarios también se registran formas novedosas de impulsar experiencias educativas aprovechando la tecnología disponibles, por ejemplo, el servicio de llamadas de voz en multiconferencia permitió a los docentes dinamizar reuniones en grupos pequeños de estudiantes y padres de familia, en otros casos, las reuniones comunales para el reparto de víveres del programa de alimentos, sirvió también para la distribución de materiales educativos, incluyendo archivos digitales para las tablet, allí donde este recurso existe.


Este vuelco hacia el uso intensivo de la tecnología con fines educativos, aunque dispar, diverso y desordenado; podría convertirse en un punto de inflexión que nos lleve a transformar definitivamente las prácticas de enseñanza y el aprendizaje y sacar el máximo provecho de la tecnología. Empecemos por reconocer que no se trata únicamente de promover el uso de las herramientas digitales en las clases. La transformación digital de las organizaciones es estructural, afecta a los procesos que aportan de manera más significativa al logro de los objetivos y a las personas, quienes se ven en la necesidad de desarrollar nuevas capacidades y adoptar nuevas formas de actuación. La transformación digital de la escuela pública debe ser integral, progresiva y concertada con toda la comunidad educativa.


¿Qué aspectos hay que tomar en cuenta?


El liderazgo.


Los directivos de las escuelas deben ser los primeros en adoptar la tecnología, usarla para gestionar sus actividades y así contar con más recursos para influenciar en las percepciones de los docentes con relación a la tecnología y en su predisposición incluirla en su práctica educativa. Además de los directivos, es estratégico identificar a los docentes que tienen ascendencia sobre sus colegas y motivarlos para ser los primeros en involucrarse y proactivamente movilizar a sus demás colegas en los procesos de transformación digital.


La competencia digital de los docentes.


Desde el uso de las herramientas básicas, hasta el diseño y despliegue de experiencias educativas potentes. La competencia digital abarca un amplio rango de capacidades que los docentes deben desarrollar en forma progresiva y constante, hay varios marcos de referencia internacionales sobre este aspecto, algunos muy consolidados como DIGCOMP 2.1 de la Unión Europea o el Marco de Competencias Docentes en Materia de TIC de la UNESCO. En Perú, hay avances recientes e importantes en este aspecto, como la incorporación de la Competencia 11 en el Currículo Nacional de la Formación Inicial Docente, que se prolonga hacía la Formación Docente en Servicio y se define como “Gestiona los entornos digitales y los aprovecha para su desarrollo profesional y práctica pedagógica, respondiendo a las necesidades e intereses de aprendizaje de los estudiantes y los contextos socioculturales, permitiendo el desarrollo de la ciudadanía, creatividad y emprendimiento digital en la comunidad educativa.”


Con un marco definido, proporcionar a los docentes una herramienta de autodiagnóstico que les permita identificar su nivel de dominio y necesidades de capacitación, es clave para que puedan plantearse un objetivo de mejora y una ruta a seguir, los datos acumulados que se pueden extraer a partir de los resultados de la aplicación masiva de estas herramientas son un gran insumo para el diseño de políticas y programas de formación. Por otro lado, estos programas deben ser de mediano a largo plazo, integrados a la práctica cotidiana de los maestros, acompañados y con ofrecer oportunidades de intercambio y colaboración entre pares.


La infraestructura.


En el contexto actual de educación remota, la necesidad de equipamiento para actividades educativas se trasladó a los hogares de los estudiantes. Para contribuir con soluciones a esta realidad, las Fundaciones Telefónica y Bancaria La Caixa en Perú, pusieron a disposición la plataforma de actividades educativas del proyecto Aula Digital en Casa, que llegó a contar con 140 mil estudiantes en 2020; el 80% de ellos se conectaba a través de un celular de uso compartido. Las familias empezaron a invertir recargas de sus planes de datos prepago, para que los estudiantes se conecten por tiempo limitado y sigan las clases interactivas, esta inversión no fue sostenible para todos. Es imprescindible seguir dotando de equipamiento a las escuelas, principalmente dispositivos portátiles como las tablet, y resolver los mecanismos administrativos y legales que hagan posible en situaciones como la actual, que las familias puedan contar con esos equipos en casa, precargados con contenido y en calidad de préstamo como se hace con los libros de texto.


En muchos casos se requiere también proveer fuentes de electricidad para cargar los equipos, como los paneles solares, esta inversión podría pensarse también para aliviar la necesidad de electricidad otros dispositivos también necesarios para la vida cotidiana en las comunidades, la radio, luces, megáfonos, celulares y otros. Donde no hay acceso a internet, las soluciones para distribuir de manera manual, a través de servidores, discos duros, incluso memorias USB el contenido educativo, deben ser tomadas en cuenta. En muchas zonas rurales, los docentes se trasladan a los hogares de los estudiantes, asesoran a la familia, acompañan y dejan materiales para que los niños y jóvenes trabajen sus actividades educativas.


En los lugares donde si hay internet, es posible que los estudiantes accedan a aulas virtuales y encuentren actividades educativas diseñadas o seleccionadas por sus profesores y cuenten con retroalimentación oportuna. Para ello es necesario superar la visión centralista que actualmente parece ser la que predomina, cuando se pretende que todos accedan a una única plataforma educativa alojada en los servidores del Ministerio de Educación. Sin dejar de hacer esfuerzos para contar dicha alternativa, hay que abrir la cancha y dar paso al aporte de los actores locales. Es viable, por ejemplo, promover que las instituciones educativas a nivel individual u organizadas en redes, adquieran espacios virtuales (servicios de hosting), es decir, promover que las comunidades educativas se apropien de un espacio en el territorio digital y monten sus propias aulas virtuales. Con seguridad en todas las regiones del país hay técnicos y pedagogos con la capacidad de dar soporte a esta infraestructura, capacitar a los docentes y acompañarlos; sin ir muy lejos, el Ministerio de Educación durante años impulsó la conformación de un equipo muy comprometido y capacitado de Docentes de Apoyo Tecnológico (DAT), muchos de ellos todavía prestan servicios en sus localidades, retomar y fortalecer estrategias de este tipo a nivel regional, sería muy valioso.


Los recursos educativos digitales.


Cantidad, pertinencia y calidad del contenido son los aspectos que surgen con más frecuencia cuando se discute sobre este tema con los profesores. La abundancia del contenido a la que se puede acceder a través de las redes no resuelve la necesidad específica de cada docente y su grupo de estudiantes, las experiencias de aprendizaje más significativas siempre tienen un fuerte vínculo con el contexto sociocultural en el que se desarrollan. Es necesario combinar los esfuerzos de curación y/o generación de contenido a nivel macro que generalmente está a cargo de organizaciones especializadas y que luego se usan en su versión original o adaptados en las aulas, y las capacidades para producir contenido de los propios docentes organizados en sus instituciones educativas. Los recursos educativos que los docentes generan para sus estudiantes se pueden compartir a través de las redes, descargar, mejorar por otros, y otra vez poner a disposición; así se van puliendo por la acción de sus propios usuarios. Todo esto ya sucede en muchos lugares, se hace necesario canalizar y hacer crecer estas iniciativas. Organizaciones como FONDEP y la Comunidad de Educared realizan esfuerzos importantes en esta línea.


Lo mencionado líneas arriba no abarca de ninguna manera todas las dimensiones, ni los problemas que es necesario resolver para conducir la transformación digital de nuestras escuelas, sin embargo, nuestra intención en estas líneas ha sido la de resaltar la importancia de enfocar este reto más allá del uso de las herramientas digitales, se trata más bien, de canalizar cambios estructurales que ya están empezando a suceder.

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